Todos tenemos en casa, aunque sea un par de objetos de acero inoxidable, en especial cuando se trata de utensilios de cocina o partes de electrodomésticos. No obstante, aunque la creencia común es que es imposible que se oxiden, lamentablemente, si se ubica en exteriores y se expone a condiciones desfavorables más severas -humedad, suciedad, excesiva luz solar-, lo cual, con el pasar del tiempo, genera un efecto de oxidación superficial a causa de las partículas adheridas a él.
Por suerte, esta clase de manchas sobre este tipo de materiales se pueden eliminar fácilmente con una limpieza adecuada y con ingredientes económicos y no tóxicos ¿Te gustarías saber cómo? Sigue leyendo y conoce cómo quitar el óxido del acero inoxidable en un par de pasos y con trucos caseros que harán que las superficies de acero oxidado brillen como el primer día.
¿Cómo quitar el óxido del acero?
Anteriormente, te contamos cómo quitar el óxido del hierro y del metal de forma casera, y aunque los métodos son similares, varía un poco el procedimiento. Dependiendo de la profundidad y el tamaño del óxido, requerirá de uno o de otra técnica. Sin embargo, los productos usados son seguros y podrás usarlos todos si quieres, hasta encontrar el que por fin acabe con este deterioro.
Ten en consideración que antes de aplicar cualquier producto -natural o químico- debes intentar removerlo mediante una limpieza básica con agua, una esponja suave y un paño de microfibra de la siguiente forma:
- Pasa el paño de microfibra seco por la superficie para sacudir el polvo y la suciedad.
- Limpia la mugre o grasa frotando con suavidad la esponja humedecida con agua -con cuidado para no rayar la superficie-. Si la suciedad es persistente, añade un toque de jabón neutro que no sea abrasivo.
- Finalmente, seca con precisión con el trapo limpio y asegúrate de no dejar pista de humedad, pues es uno de los factores responsables de la oxidación.
Recuerda que la prevención es el mecanismo ideal para evitar el deterioro en cualquier metal, en especial si está expuesto a agentes externos.
El bicarbonato, un aliado infalible en estos casos
Este es un producto muy empleado en diversas tareas domésticas, desde limpiar baños hasta zonas más difíciles de la cocina. Si quieres quitar el óxido con bicarbonato de sodio, el procedimiento es muy sencillo. Prepara una pasta antióxido siguiendo estos pasos:
- A una cucharada de bicarbonato de sodio, añade una cucharada de agua y mezcla ambos hasta que se integren.
- Aplica con cuidado en la mancha de óxido.
- Espera 20 minutos que surta efecto.
- Remueve con ayuda de un trapo limpio y humedecido en agua. De ser necesario, frota con ligereza para eliminar residuos.
- Aclara con otro paño mojado.
- Seca toda la superficie para finalizar.
Vinagre, el limpiador por excelencia
Este es otro producto barato, seguro y eficaz a la hora de eliminar el óxido y recuperar el aspecto brillante del acero. El ácido del vinagre blanco funciona de manera excelente en este tipo de tareas, sin embargo, también puedes aplicar el de vino o manzana. Fíjate cómo aplicarlo:
Manchas pequeñas
- Si tu objetivo es quitar manchas modestas y no tan severas, diluye vinagre y agua a partes iguales en un recipiente con difusor.
- Rocía sobre el sitio en específico y deja actuar por 5 minutos.
- Frota con una esponja humedecida en agua limpia.
Seca completamente para que no se acumule humedad.
Manchas grandes y rebeldes
- ¿Tienes ollas, cubiertos o herramientas cubiertas de óxido? Entonces sumérgelos en un barreño colmado de vinagre.
- Déjalo actuar por un tiempo aproximado de 15 minutos (o más, dependiendo de la intensidad de la suciedad, hasta que veas que se desprende el óxido).
- Saca el objeto del vinagre, lávalo con agua fría frotando con una esponja y seca completamente con un paño de microfibra.
Nota: Si es una mesa, silla o un objeto muy grande, rocía el vinagre directamente sobre el mismo, espera unos minutos a que actúe y límpialo como de costumbre.
Zumo de limón, natural, ecológico y eficaz
Al igual que el vinagre, el limón o la lima son ideales para sacar óxido incrustado en acero, además, es un poderoso arranca-grasa. En este caso, debe ser combinado con el efecto del bicarbonato aplicándolo de la siguiente forma:
- Crea una pasta mezclando una cucharada de zumo de limón con una cucharada de bicarbonato.
- Cubre la mancha con esta pasta y déjala actuar por 30 minutos.
- Remueve los residuos con una esponja suave.
- Frota con la misma esponja, pero humedecida en agua para descartar el remanente del óxido.
- Asegúrate de secarla en su totalidad.
Y si ninguno de los trucos caseros anteriores ha funcionado, es hora de acudir a productos químicos comerciales indicados para remover el óxido en el acero inoxidable. Puede que gastes un poco más de dinero, pero sin duda harán su trabajo correctamente y no tendrás que frotar ni ejercer fuerza innecesaria.
Ten en consideración que los más recomendados son aquellos que incluyen en sus componentes ácido oxálico, pues su eficacia es inmediata y no maltrata la superficie en absoluto. En casos extremos de manchas antiguas que parecen imposibles, la solución es un decapante o desincrustantes apto para acero inoxidable, que, aunque son más abrasivos, acaban hasta con la oxidación más incrustada.