En la limpieza profunda del hogar, oficina o área de trabajo hay ciertos objetos olvidados, que, aunque no nos demos cuenta, se ensucian y maltratan con el pasar del tiempo a causa del mínimo mantenimiento que se les da. Los muebles y puertas son un ejemplo de ello, en especial los elaborados con acabado lacado que, si bien es muy buscado por su brillo sofisticado y aspecto elegante, también es más propenso a deteriorarse y perder su encanto si se aplican productos químicos agresivos o se limpia de manera errónea.
Si estás aquí porque tienes dudas acerca de cómo limpiar puertas lacadas ¡Estás en el sitio correcto! Sigue leyendo este artículo que hemos preparado con información relacionada con el aseo de este revestimiento, qué limpiadores usar para eliminar manchas y cómo cuidarlas para que no se estropee el lacado y su vida útil -y apariencia impecable- sea mucho más larga.
Cómo limpiar tus puertas lacadas de la manera más fácil
El lacado no es más que una técnica de recubrimiento en superficies de madera, llevado a cabo mediante la aplicación de un líquido para terminación, es decir, con efecto esmalte o laca. Esto da como resultado que el objeto gane mucha más resistencia y un acabado liso, que, a diferencia del pintado, es mucho más impecable.
A pesar de que son más durables, se manchan con casi cualquier cosa, sobre todo si son puertas lacadas blancas y la grasa de las manos hace estragos. Pero no hay que romperse la cabeza buscando soluciones difíciles ni productos caros, basta con seguir estos consejos y dejarlas relucientes sin mucho esfuerzo. ¡A por ello!
Limpieza básica con jabón neutro
Si tu intención es realizar una limpieza periódica y no notas manchas muy severas de grasa o algún otro tipo de suciedad, la mejor alternativa es evitar detergentes abrasivos y optar por jabón con pH neutro. El método es muy sencillo y basta con tener a la mano un paño suave y seguir estos pasos:
- Llena un recipiente con agua tibia y un chorrito de jabón neutro.
- Humedece el paño (de preferencia blanco) en el agua jabonosa y frota toda la superficie de la puerta.
- Aclara con otro paño húmedo de microfibra, pero solo con agua limpia para quitar el jabón la mugre.
- Al finalizar, seca con una toalla.
Elimina manchas en puertas lacadas con bicarbonato y vinagre
Esta dupla es conocida por su excelente eficacia a la hora de tratar manchas difíciles, por lo que es ideal a la hora de limpiar puertas lacadas blancas amarillentas. No obstante, deben utilizarse con cuidado para evitar que el remedio sea peor que la enfermedad. Fíjate como hacerlo:
- Mezcla en un recipiente una taza de agua, media taza de vinagre y un par de cucharadas de bicarbonato.
- Integra bien y luego moja un paño o esponja suave en esta solución casera.
- Frota en las zonas manchadas hasta que el amarillo se vaya disipando
- Esta mezcla deja las puertas como nuevas y desinfectadas gracias a los componentes del vinagre.
Otro gran aliado para desaparecer manchas amarillas persistentes en el lacado es el agua oxigenada, para ello, el proceso es similar. Impregna una bayeta con agua oxigenada y frota el área amarillenta y deja secar.
Finalmente, debes saber que uno de los responsables de que las puertas lacadas en blanco se amarilleen es el sol, así que mantenlas protegidas, bien sea con cortinas o cualquier otro objeto que tape la luz solar directa.
Recuerda jamás restregar estropajos, ya que son muy agresivos y podrían causar arañazos. Por el contrario, frota con trapos de algodón o microfibra o esponjas suaves. De igual forma, evita a toda costa productos con demasiada cantidad de alcohol, blanqueadores como la lejía o químicos nocivos como la acetona.
Y no lo olvides: la mejor forma de cuidar, es evitar.
- Limpia tus puertas lacadas una vez a la semana con un plumero, bayeta o aspiradora y prevén manchas muy profundas.
- Limpia la puerta con un paño suave y húmedo para eliminar el polvo o la suciedad.
- Utiliza una solución de agua y jabón suave para limpiar la puerta si está muy sucia.
- Seca bien la puerta con un paño suave para evitar manchas de agua.
- Puedes darle un acabado a la puerta con cera para muebles o cera de abejas para proteger y mantener su brillo.