La soledad es una de las grandas lacras de la sociedad actual, especialmente en la gente mayor. Cada vez son más las personas que pasan sus días acompañadas del televisor, la radio o, en el mejor de los casos, de una mascota con la que, al menos, poder entretenerse o sacar de paseo si se trata de un perro, lo que permite, aunque sea poco tiempo, socializar con otras personas. Y es que lo datos son alarmantes. Sólo en nuestro país, más del 26% de las viviendas son unipersonales, es decir, que en ellas únicamente reside una persona y, si bien no todos los casos son iguales, en la gran mayoría esa soledad física se corresponde también con una soledad emocional.
El ritmo de vida actual, las exigencias laborales, la dificultad para relacionarse «en persona» y el auge de las apps y páginas web para citas que, en la mayoría de los casos, nunca llegan a producirse en la vida real y se quedan en el mundo cibernético, ha propiciado que las relaciones sociales hayan disminuido notablemente, algo que va contra nuestra naturaleza, pues los humanos llevamos en el ADN la socialización. Por todo ello, en los últimos años son muchas las personas que desarrollan diversas patologías, y entre ellas está la de coleccionar objetos por el simple hecho de sentirse más pleno o llenar un vacío interno.
Trastorno de acumulación: combatir la soledad mediante la compra compulsiva de objetos
Como dirían muchos, se trata de una tirita que, momentáneamente, tapa la herida, pero no la cura. Hay que ir mas allá. Lo que es evidente es que la soledad no buscada no suele llevarse bien. No es lo mismo querer disfrutar de algunos momentos con la única compañía de uno mismo o del silencio, pero, en el momento de querer estar acompañado, tener a gente a nuestro alrededor, que no tener a nadie. Y aunque es triste, es una realidad para muchas personas, especialmente gente mayor que, o no tienen familia, o esta no está lo suficientemente cerca como para que esa compañía se sienta a diario.
Hay que decir que esta falta de calor humano no es exclusiva de la gente mayor, pues cada vez hay más hombres y mujeres jóvenes y de mediana edad que tampoco conviven con nadie. Y un buen número de ellos y ellas recurren a las compras para, al menos momentáneamente. sentirse bien y satisfechos. Pero como este «lleno» no dura demasiado tiempo, vuelven a recurrir a adquirir prendas u objetos una y otra vez, lo que se traduce en acumulación de cosas, pues estas compras compulsivas en la mayoría de los casos son productos que ni salen del embalaje ni se les quitan las etiquetas. No se usan.
Cada vez somos más consumistas e Internet y las nuevas tecnologías facilitan el acceso a tiendas online sin necesidad ni de salir de casa- Con un sólo «click» y el número de la tarjera de crédito o débito ya es suficiente, por lo que incluso estas personas que se sienten solas ni socializan a la hora de salir a comprar, por lo que su problema no hace más que aumentar a medida que su cuenta corriente, más lento o más rápido, va disminuyendo. Según datos del pasado verano, cerca del 7% de los españoles podrían ser adictos a las compras. En su mayoría son mujeres, aunque el número de hombres se ha ido incrementando en los últimos años.
Aunque no todos los casos son iguales, si que es cierto que, de forma inconsciente, tendemos a acumular cosas por lo que pueda pasar en el futuro. Es común en el reino animal, e incluso nuestro propio cuerpo lo hace. ¿O no sabías que nuestro organismo tiende a acumular grasa por si llega la hambruna? Era así hace millones de años, y aunque la sociedad y los modos de alimentación han cambiado, nuestro cuerpo no lo sabe y nuestro cerebro va a seguir mandando la orden de guardar para cuando lleguen «las vacas flacas».
Este miedo a quedarse sin provisiones, del tipo que sean, quedó claro durante la pandemia, cuando determinados productos se agotaron en apenas unos días por si luego no había más suministro. Nunca se llegó al extremo, pero el miedo seguía ahí, y la satisfacción y la tranquilidad que aportaba el tener la despensa bien llena es, en cierta manera, equiparable al que sienten las personas que acumulan, en este caso no para sobrevivir o tener los alimentos y artículos que precisan cada día, sino para no sentirse solas. Y en muchos casos, esto se lleva a unos límites que denotan algún problema psicológico que debe ser tratado.
Por ejemplo, a muchos les sonará la película «Naufrago», en la cual el protagonista, interpretado por Tom Hanks, compartía sus experiencias en una isla con un balón al que consideraba más que un amigo. Esto se conoce como antropomorfismo, y consiste en atribuir cualidades y características humanas a objetos inanimados o a animales. ¿Nuca has oído que hay personas que humanizan a sus mascotas o que hay gente que le pone nombre a su lavadora o a su cama? Estos y estas, en ocasiones a causa de la soledad, establecen un vínculo emocional con determinados objetos, y son incapaces de desprenderse de ellos. El simple hecho de pensarlo les provoca ansiedad y angustia.
Y es que para ellos, lo mismo que le pasaba al personaje interpretado por Tom Hanks, son más que un balón, una lámpara o una muñeca, por poner algún ejemplo. Son numerosos los estudios que han surgido buscando una explicación a esta patología acumulativa y diversas las conclusiones a las que se ha llegado. Se cree que aquellos que toleran peor la angustia en cualquier parcela de sus vidas son más propensos a las compras compulsivas y a la acumulación de objetos Al parecer, esto se debe a que no tienen mecanismos de afrontamiento adaptativos y cuando deben hacer frente a alguna dificultad, se sienten sobrepasados.
Para contrarrestar este situación que les ha afectado negativamente, compran, pues no son capaces de hacerles frente de otra manera. Si bien esto puede ocurrir en algún momento puntual si se convierte en una tónica general lo recomendable es buscar ayuda cuanto antes y ponerse en manos de profesionales. Por ello, di te sientes identificado o conoces a alguien que responda a alguno de estos patrones, es momento de acudir a un profesional que te ayude establecer vínculos y a retomar las relaciones humanas.