Según un antiguo proverbio “El barco que no haya probado vino probará sangre”, una tradición ancestral de los marineros que verdaderamente se pierde en el tiempo, la connotación ha tenido variados exponentes antiguos, en babilonia sacrificaban un buey, los vikingos empleaban sangre humana para bautizar sus barcos y los turcos una oveja. Un ritual pagano perfectamente orquestado para tratar de conseguir la benevolencia de los dioses hacia la embarcación cundo tuviese que enfrentar al mar. El tiempo hizo su magia y la sangre fue reemplazada por vino y luego por champagne.
Un ritual que ha logrado evolucionar desde tiempos remotos hasta la actualidad, conocido como el bautismo de un barco y que se ha logrado convertir en una norma estricta y obligada entre los marinos. Un caso de superstición colectiva o simplemente un ritual de paganismo, lo cierto es que los barcos no bautizados han corrido con la mala suerte de desgracias destacando entre las más emblemáticas y conocidas la del Titanic, que fue lanzado al mar sin cumplir previamente con su bautizo tradicional y todos conocemos los nefastos resultados.
Un poco de historia sobre esta tradición de bautismo de los barcos
Los romanos mantenían la costumbre de romper un ánfora de vino “ellos asociaban el vino con la vida” de esta manera el vino serviría de alfombra durante la zambullida inaugural de las naves. Hoy día suele emplearse una botella de vino (generalmente Champagne) y debe de ser llevado a cabo con la fuerza de una mano femenina (estrellarla contra el buque), de esta manera la suerte lo acompañará en todas sus travesías por los océanos.
Las ofrendas de vino en la época romana siempre se llevaban a cabo para las travesías marinas, razón por la cual es común conseguir en los fondos marinos de muchos puertos antiguos ánforas de vino. Durante la edad media era muy frecuente apadrinar los barcos con la ayuda de una personalidad de cierta relevancia, la cual llevaba a cabo un brindis desde la cubierta con la ayuda de una copa de oro con incrustaciones de piedras preciosas. Un tiempo después se aprobó que dicha copa de oro fuese lanzada a la muchedumbre, la costumbre dejo de llevarse a cabo cuando la producción de barcos logro un ritmo acelerado y ya no era rentable lanzar copas de oro a diario y se retomó a solo el brindis.
Con relación al rompimiento de una botella la primera constancia de la que se tiene memoria fue en la botadura del USS Constitution el día 21 de octubre de 1797 una moderna fragata militar de los Estados Unidos. Durante el acto el capitán James Server estrello una botella de vino contra el mástil horizontal de la proa o bauprés. La costumbre se extendió rápidamente a otros países donde comenzó a bautizar cada embarcación antes de su botadura empleando una botella de licor, generalmente vino, cava, champagne o whisky logrando convertirse en una tradición obligada e inexcusable en nuestros días.
Una costumbre que arriba hasta nuestros días
Hoy día se lleva de forma tradicional esta costumbre pero se ha logrado reemplazar el vino por champagne por el simple hecho de ser considerada una bebida de mucho más glamour y por lo tanto de mayor adecuación para las costumbres solemnes. Personificando y aportándole al champagne un estatus quo magnifico gracias a su gran fama como una bebida de altísima calidad y que generalmente se utiliza para situaciones de superior envergadura e importancia.
La forma tradicional consiste en romper la botella de champagne siendo sujetada por el cuello boca abajo y colgándola de forma contundente contra el barco o embarcación, muchas veces cuando la ceremonia estaba precedida por niños, jóvenes o por mujeres que evidentemente carecían de la fuerza necesaria para romperla se logró sustituir el método, de esta manera se colgó la botella a una cuerda que salía de uno de los mástiles para lograr el impulso necesario sin necesidad de usar una fuerza excesiva por parte del apadrinador.
Del vino al Champagne y las muchas supersticiones asociadas
El champagne en la actualidad ha logrado sustituir al empleo del vino en la totalidad de los casos de botaduras, lanzamientos y de bautizos de las embarcaciones marítimas, esto se debe principalmente a que esta bebida espumosa goza tener un mayor pedigrí que el vino. En la época moderna han existido ciertas restricciones a esta regla de oro, una de ellas indica que durante la época de la gran prohibición o “ley seca de los Estados Unidos” se utilizó sidra o en la época de franquismo en España donde por ley se optó por promocionar el vino de Jerez.
El bautismo con champagne está asociado a muchas otras supersticiones muy habituales en el mundo del mar, por ejemplo:
- El nombre con el que se lleva a cabo el bautizo no puede cambiarse.
- Es un símbolo de mal presagio si la botella no se rompe a la primera, luego de golpear contra la estructura del barco.
La tecnología actual ha logrado una mecanización total del proceso de lanzamiento o botadura de los barcos al mar y solo en algunas ocasiones aún se mantiene esta costumbre de estrellar y romper la botella de forma manual y a la antigua. En las naves de menor tamaño es posible que se utilice el ritual de simplemente derramar algo de líquido directamente de la botella sobre la cubierta del buque, pero la costumbre simplemente se ha ido abandonando por una cuestión tecnológica y económica.
Los marineros esperan que la tecnología no logre arrebatarles una tradición legendaria y que ellos y todos catalogamos como humana e irracional pero ampliamente necesaria para mantener el miedo a lo desconocido y al futuro que nos espera. Y ya que estás adquiriendo conocimientos sobre las bebidas espumosas puedes mirar este post donde puedes ver las mejores alternativas de vinos disponibles en España para comprar y disfrutar al máximo en estas navidades junto a tus seres queridos.